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LOS SIETE LOCOS| “Me atemoriza que mis personajes sean reflejos de lo que yo soy”: Vicente Alfonso.

La entrevista por Hernán Arturo Ruíz.-

Lo conocí en la Feria del Libro de Los Mochis allá por el lejano 2021, me compartió su correo electrónico y me firmó el libro de crónicas que esa noche presentaba. Después platicamos en la Feria Internacional del Libro de Culiacán y no volví a saber de él. Conocía su trabajo, muchos amigos escritores comparten con él los flyers de novela negra y la publicidad de las Ferias del libro nacionales que circulan por las redes sociales. Sabía que ganó el Premio Nacional de Novela Policiaca 2008 y el Premio Internacional de Novela Sor Juana Inés de la Cruz 2015. Sabía que había publicado el libro de crónicas A la orilla de la carretera (Premio Bellas Artes de Crónica Literaria Carlos Montemayor) y la novela La sangre desconocida (Alfaguara, 2022). Sabía todo eso y aun así decidí preguntarle a él: “¿Quién es Vicente Alfonso?”, y él me respondió que, a pesar de que tenía esa respuesta estándar que uno usa en los momentos de apuro, prefería definirse más allá de ella, que le interesaba mucho el tema de la identidad porque al tener un gemelo idéntico hay que buscar formas de destacarse y, sobre todo, de reafirmar ante uno mismo quién eres, por eso decidía responder: “Soy alguien que vive por y para contar historias, y que también soy papá, esposo, hijo, hermano, amigo”. Acaba de publicar una nueva novela, La noche de las reinas (Alfaguara, 2025), y en Caja Política aprovechamos el momento para echar la platicada con él y saber cómo fue volver a ese puerto de Mazatlán que lo acogió a él y a su familia en su infancia. 

¿Cómo ves el resultado final de la novela?

Soy muy autocrítico, pero esta novela me dejó muy satisfecho porque siento que cumplí una asignatura pendiente: no sólo por contar la historia, también porque encontré una estructura que no exige esfuerzos por parte del lector, que lo lleva de la mano. Vicente Leñero decía que cada historia pide su forma, y en este caso, hallar una forma que permitiera una lectura ágil, casi como un thriller, fue el mayor desafío porque la historia que la novela cuenta es dura. No era sencillo poner a convivir a esos cuatro personajes que son tan distintos: una reina de belleza, un político convencido de que la mano dura es la solución de casi todos los problemas, un periodista a quien las historias se le escapan y una muchacha que fue robada de casa de sus padres, en la sierra. Cada uno, a su manera, se ha pasado buscando su lugar en el mundo,pero para encontrarlo tienen que negociar con los demás.      

“La noche de las reinas” se desarrolla en Mazatlán, Sinaloa, ¿cómo fue la experiencia de configurar en el papel esta ciudad? 

Más emotiva de lo que pensaba. Como sabes, viví en Mazatlán durante mi primera infancia, y para mí siempre ha sido sinónimo de hospitalidad porque en Mazatlán aprendí a hablar y a caminar. Uno de mis primeros recuerdos es el siguiente: voy de la mano de mi madre caminando de prisa por una calle bajo un cielo color panza de burro porque hay alerta de huracán, y alguien, en el caos, deja caer una botella de agua mineral. Recuerdo bien el pasaje porque se me clavó una astilla de vidrio y aún conservo la cicatriz en el tobillo. Quizá de allí viene el ambiente de la tormenta con que cierra la novela. En años recientes he vuelto varias veces y siempre regreso fascinado por la calidez del puerto, pero también por la fuerte identidad que tiene: Mazatlán, y en general Sinaloa, produce música, gastronomía y literatura de exportación: de Sinaloa es el maestro Élmer Mendoza, de Sinaloa son plumas talentosísimas como el mazatleco Juan José Rodríguez, como Miguel Tapia Alcaraz, César López Cuadras, Geney Beltrán, Mijaíl Lamas, Mario Bojórquez, Alfonso Orejel, entre muchos más. En cuanto a la configuración literaria de Mazatlán: no busqué la reproducción fiel del puerto. Traté más bien de construir una versión literaria, forjada a partir de visitas y, sobre todo, de lecturas: en ello fue esencial la obra de Juan José Rodríguez, quien conoce como nadie las historias reales y ficticias del puerto. Lo sabemos quienes hemos leído novelas como Asesinato en una lavandería china y La novia de Houdini.         

Los personajes de este libro oscilan entre sinaloenses y extranjeros, háblanos de su construcción, de la forma en que lograste desarrollar hasta su forma de hablar.


Me basé en una técnica que mi maestro, Federico Campbell, llamaba “el perico del pirata”, es decir, en la construcción de una voz narrativa en tercera persona, pero que se pliega en torno al personaje en que se enfoca el relato e incluso se permite breves incursiones en su subjetividad. El asunto con los personajes de esta novela es que, a pesar de que todos son personajes de ficción, encarnan anécdotas que son tristemente reales. Mi intención es justo hacer énfasis en las prácticas y en los prejuicios de una época que veía con absoluta normalidad conductas denigrantes, como la cosificación de las concursantes en los certámenes de belleza, así como el hecho de que se exigiera a los hombres una constante represión de las emociones.     

Hay varias referencias a la literatura sinaloense contemporánea en tu novela: Élmer Mendoza, Juan José Rodriguez, Miguel Tapia, supongo que son grandes referentes para ti.  

Sí, los mencionaba hace un momento. Novelas como Un asesino solitario y como El amante de Janis Joplin, abrevan de muy distintas tradiciones y las incorporan muy bien a un entorno muy sinaloense. Lo mismo ocurre con la ya mencionada Asesinato en una lavandería china, y no digamos con Del famoso y nunca igualado corrido del Quicón Uriate. Todas estas, y otras novelas de los mismos autores, son para mí lecturas recurrentes.  

¿Cuáles fueron los retos más a grandes a los que te enfrentaste a la hora de escribir esta novela? 

Por un lado, la estructura. Por el otro, discriminar la información que resultaba útil de la que no. Como he mencionado antes, aunque los personajes de esta novela son imaginarios, muchos de los hechos son reales. Me puse a investigar en qué clase de excesos incurrían los gobernadores durante la década de los setenta y encontré algunas historias tan descabelladas, que de haberlas incluido en la novela, nadie las habría creído. A mí mismo me costaba creer, por otro lado, el tipo de cosas que ocurrían en los certámenes de belleza. Por ejemplo, en algún momento pongo que una de las muchachas participantes posa en una tanqueta de guerra: ese tipo de cosas pasaba todo el tiempo, y después los organizadores salían muy campantes a decir que no había nada político en el concurso. Tampoco es invención el hecho de que ciertas participantes que provenían de países en donde estaba instalada una dictadura recibían ultimátums exigiendo que se retiraran.    

Has publicado bastantes libros, ¿el sentimiento de ver culminado el proceso de cada uno es el mismo o en qué varía?

Cada libro tiene sus procesos, no sólo de escritura, también de publicación e incluso de lectura. Decía el maestro García Márquez, citando a Hemingway, que cada libro publicado es un león muerto. Me gusta pensar en la frase a la luz de uno de los mejores cuentos del novelista: La breve vida feliz de Francis Macomber. Tal vez estoy sobre interpretando, pero es de llamar la atención que Hemingway, tan aficionado a la cacería, se quita la vida de un escopetazo, como si quisiera dejar en claro que la caza más difícil es la de sí mismo. Y con esto no me estoy saliendo del tema de La noche de las reinas, pues tú sabes que el personaje de Jacinto Garay, el periodista, reflexiona mucho sobre la figura de Hemingway a partir de que se encuentra, abandonado en una fonda, un ejemplar de El viejo y el mar, quizá olvidado por alguno entre los miles de turistas que visitan el puerto.    

La violencia es un tema recurrente en la literatura nacional, ¿crees que esto sea una moda como algunos apuntan o un reflejo natural de lo que vivimos? 

José Saramago solía decir que él no era pesimista, sino que la realidad era pésima. Parafraseándolo, mi maestro Federico decía que no era que las novelas se estuvieran volviendo negras, sino que lo negro era la realidad. Y esa sencilla frase resume una idea a la que le dedicó décadas de desarrollo, y que se puede expresar en una frase: a nivel mundial vivimos la era de la criminalidad. 

¿Hay temas de los que evitas escribir? 

No conscientemente. Hay temas que me llaman más que otros, eso sí. En otros momentos me frena el temor a tratar determinados temas de manera superficial. También me atemoriza que mis personajes sean reflejos de lo que yo soy, y lo que pienso y siento, por eso investigo mucho antes de escribir. 

¿El cuento o la novela? 

La novela, aunque tengo una libreta en donde apunto muchas ideas que en algún momento quiero convertir en cuentos. Mi esposa, Iliana Olmedo, se mueve muy bien en ambos territorios. Yo tengo más aliento de novelista.   

¿Qué sigue para Vicente Alfonso ahora que este nuevo libro está en las calles? 

Estoy a la mitad de una nueva novela, es decir, en la fase más emocionante. También estoy tomando notas para un nuevo libro de crónicas, pero ese tardará más tiempo en cocinarse. 

 …

Vicente Alfonso (Torreón, México, 1977) es periodista y autor de las novelas Huesos de San Lorenzo (Tusquets, Premio Internacional de Novela Sor Juana Inés de la Cruz 2015) y Partitura para mujer muerta (Literatura Mondadori – Premio Nacional de Novela Policiaca 2008). En cuento ha publicado Contar las noches (Premio Nacional de Cuento María Luisa Puga 2009) y El síndrome de Esquilo (Ficticia, 2007). Compiló y prologó el volumen de ensayos sobre la obra literaria de José Revueltas titulado El vicio de vivir. Ha sido becario de la Fundación para las Letras Mexicanas en dos períodos, del Fondo Estatal para la Cultura y las Artes de Coahuila y del programa para Creadores con Trayectoria de Coahuila también en dos ocasiones. Fue seleccionado por el FONCA y el Programa de Cooperación Internacional México-EE.UU. para realizar una residencia artística en Winston-Salem (EE.UU.). Su labor como reportero y articulista le ha valido el premio Armando Fuentes Aguirre en 2003 y el Estatal de Periodismo Coahuila en 2007. Actualmente es colaborador del suplemento cultural Confabulario, del periódico mexicano El Universal y miembro del Sistema Nacional de Creadores de México. Su libro masreciente es A la orilla de la carretera (Premio Bellas Artes de Crónica Literaria Carlos Montemayor). Publicó la novela La sangre desconocida (Alfaguara, 2022), su nueva novela es La noche de las reinas (Alfaguara).