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ÁGORA| Los agachones del bienestar.

PorRedacción

Nov 7, 2025

Por Enrique Corrales.-

La aprobación del Presupuesto de Egresos de la Federación 2026 esta semana no fue un mero trámite legislativo; fue el acta de defunción del peso político de Sinaloa en la arena nacional. Mientras el país observa con alarma cómo se consolida un presupuesto de recortes, centralismo y una deuda histórica que ya supera los 20 billones de pesos, la pregunta obligada es: ¿Dónde estaban los diputados federales de Morena por Sinaloa?

La respuesta es tan simple como humillante: estaban, pero como si no estuvieran. Ocuparon una curul, pero dejaron vacía la silla de la representación sinaloense.

El presupuesto de Claudia Sheinbaum lo revela con una claridad brutal: Sinaloa no es relevante para la nación porque los encargados de representarnos han renunciado a ello.

El campo de batalla era claro. El presupuesto venía con hachazos directos a las arterias de nuestro estado. Como lo documentaron puntualmente nuestros aliados legislativos: un recorte criminal de más del 29% al campo —dejándolo con un presupuesto equivalente al de 2013, como si 12 años de inflación y crisis no existieran—; una poda del 50% a la salud materna; y una reducción del 19% a la seguridad en medio de una crisis de violencia. Todo esto, financiado por una política que duplicó la deuda nacional en solo siete años.

Ante este panorama, que impacta nocivamente a Sinaloa en todos sus ejes —campo, seguridad, salud y recortes a municipios—, se esperaba una defensa férrea, un bloque de legisladores sinaloenses que, más allá de colores, defendieran su tierra. No ocurrió.

En lugar de estadistas, Sinaloa envió a la LXVI Legislatura a una falange de “agachones del bienestar”. Vimos a diputados de morena Sinaloa avalar la farsa de que cada 100 pesos del presupuesto solo destina 74 centavos para el campo y la irresponsabilidad de recortar a SENASICA. ¿Y los de Morena-Sinaloa? Silencio.

Su única función, su única “utilidad social”, fue ser una mano alzada al servicio de la 4T. No son relevantes en el debate público nacional, no gestionan, no negocian, no defienden. Son solo un número más y eso denigra al pueblo de Sinaloa.

Lo más trágico es que no podemos excusarlos en la novatez. Muchos de ellos tienen años en el poder, han ocupado cargos locales y federales, y aun así demuestran ser mediocres e incapaces en la arena nacional. Su lealtad no está con el productor de maíz de Guasave, ni con la madre de familia en Culiacán que no encuentra medicinas; su lealtad está con el inquilino de Palacio Nacional, sea quien sea.

El resultado es que Sinaloa ha perdido su peso específico. Históricamente, nuestro estado, por su poderío agroindustrial y su compleja realidad social, era un actor que se sentaba a la mesa a negociar. Hoy, el presupuesto de Sheinbaum nos trata con un desprecio absoluto, como una entidad de segunda, porque nuestros representantes actúan como diputados de segunda.

Renunciaron a su deber. Y al hacerlo, condenan a Sinaloa a la irrelevancia. Este presupuesto es la prueba de que, para la 4T, Sinaloa es solo un territorio de votos dóciles, no una tierra de gente productiva que merece respeto.