Luis Alberto Spinetta fue un gran lector, entre las cosas que solía leer estaban los libros de mística de pueblos originarios (incluidos los Toltecas y Wixárica), de astronomía, novelas y poesía. A través de las canciones del compositor argentino, uno de los más influyentes en la historia, no sólo del rock, sino de la música argenta en general, podemos entrever sus influencias, entre las cuales está la más clara: Artaud.
Cuando Luis leyó a Artaud, sintió la pesadumbre del poeta francés y la locura de este tras tantas cavilaciones de mala sangre y drogas ritualistas, por ejemplo, el peyote en México a manos de los Wixáricas, y sintió la enorme responsabilidad de construir un antídoto para veneno tan poderoso. El antídoto fue efectivo; nació Artaud, el álbum homónimo de Antonín Artaud, el poeta y dramaturgo francés, creador del Teatro de lo Absurdo.
En este disco aparecen canciones donde la sombra de su homónimo se empieza de difuminar y como contraposición aparece la figura radiante de Van Gogh y quizás Borges. Pero, hablando de escritores y Borges (siempre hay que separarlos; Borges era muchísimo más que un escritor, era una fuerza de la literatura andando y recordándose a sí mismo en más de una vez), Luis Alberto, como buen lector, fue muy fan de Jorge Luis, incluso existe esta anécdota donde el músico logra una “charla” con el escritor, y recalco las comillas porque pareciera que aquello fue casi un diálogo unilateral. El periodista Manuel Vitagliano describe el encuentro así:
Borges no lo esperaba en su casa, y Luis Alberto Spinetta creía que simplemente estaba llegando tarde a la cita. Así fue el único encuentro entre ambos, a fines de los setenta. (…) Spinetta rompió el silencio hablando de su admiración por el autor de Ficciones. Luego dijo que era padre de dos hijos. Un gesto condescendiente de cabeza como respuesta. Intentó con la literatura deslizando el nombre de Artaud que había grabado un disco homenajeándolo junto a Van Gogh. Borges: No lo conozco, junto a otro gesto de cabeza, aunque esta vez el gesto borgeano fue acompañado por el recitado de El Cuervo de Poe. Fani apareció al rato desde un costado y Borges soltó: Permiso, me tengo que ir.
El encuentro, si lo pensamos, es como un cuento borgiano, Luis (Alberto) intentando charlar con Luis (Jorge); ambos siendo referentes innegables del país argento, ambos de cierta manera sabios, sólo que uno con la lucidez que dan los años y el otro, deslumbrando la entereza sensible que da el ir entrando en la vida.
La anécdota no pasó desapercibida por el músico quien en alguna entrevista declararía la enorme influencia de Borges para su obra y a quien, de cierta manera le dedicaría el álbum publicado con Invisible El jardín de los presentes, donde aparece la canción Los libros de la buena memoria, porque ese “ciego frente al mar” no es otro que Jorge Luis, y estas imágenes como el crepitar de la hojarasca y los tigres en la lluvia no son más que imágenes muy características de la poesía borgiana, además, el título es una clara referencia al Alef, con todo el conocimiento del mundo, muy similar a su autor, con esa tan buena memoria.
Otra canción que tiene influencia borgiana es La sed verdadera, canción perteneciente al álbum Artaud. Dentro de la canción, Spinetta charla con alguien que pareciera tener las cualidades del espejo, una especie de Otro borgiano al cual aconseja y condena a la vez. Spinetta canta:
Por tu living o fuera de allí no estás
pero hay otro que está
y yo no soy
yo solo te hablo desde aquí
él debe ser la música que nunca hiciste
El personaje al que le habla Luis, no es otro mas que el mismo Luis desde la postura del espejo, incluso, cuando versos antes le dice que la paz no la encontrará en él como personaje, sino está previamente en sí, como persona. Por esta misma razón también escribe que él, el otro, un tercero que no es ni está, es la música que nunca se hizo, porque simplemente, lo que no se construyó jamás podrá ser construido. En estos versos El Flaco da una muestra de estoicismo, afirmando que nada en la vida pudo o puede haber sido de alguna otra manera.
Pero volviendo a los personajes de la canción y la idea de estar hablando con otro yo, establece conexión clara con el poema Borges y yo, donde el autor habla de Borges, el otro que es y no es él mismo, Borges (dice Borges) “comparte las mismas preferencias, pero de un modo vanidoso que las convierte en atributos de un actor”, y aunque Borges esté destinado a perderse definitivamente, sólo algún instante de sí podrá sobrevivir en el otro, así mismo Spinetta está destinado en sobrevivir en ese otro que es el que se mantiene presente a través de sus canciones.
Este quizás sea también el destino de los que escribimos y no somos Borges o Spinetta: sobrevivir a través de nuestros nombres en mayor o menor medida olvidables, y yo me pregunto mientras redacto: ¿quién es el que escribe estas líneas? La respuesta quizás no me guste.
Hoy, por lo menos, nos sobrevive Borges en las letras de todos, y Spinetta en sus canciones, no por poco el nuevo día del músico en Argentina es la fecha de su nacimiento.