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¿Y LA SOCIEDAD?

Por Jose Luis López Duarte.-

La situación política en México ha llegado a un punto crítico donde la hegemonía de la Cuarta Transformación (4T) se impone con una fuerza que suscita serias preocupaciones sobre el futuro de nuestra democracia. Desde el avasallamiento de los poderes de la República por parte de Morena, se ha instaurado un régimen que, aunque pueda presentarse como una tiranía suave, está claramente en dirección hacia una autocracia. Sin contrapesos políticos e institucionales efectivos, la falta de representaciones plurales es evidente y alarmante.

    Hoy, hablar de democracia en México resulta complicado cuando la 4T ha logrado someter todas las instituciones del Estado a su voluntad. La reciente consulta pública para la elección a los nuevos ministros de la Suprema Corte es un claro ejemplo de esta manipulación. Con resultados que se conocen antes incluso de la votación, y donde los candidatos vinculados a Morena son la norma, la legitimidad de tales procesos democráticos está en entredicho. Estos actos son, sin lugar a dudas, una manifestación del tránsito hacia un sistema autoritario.

    Durante más de seis años, los actos del gobierno han estado marcados por el engaño, la mentira y la corrupción, sembrando no solo desconfianza, sino también un clima de miedo y desilusión en la sociedad. La comparación con otros regímenes autocráticos, como los de Venezuela y Nicaragua, no es infundada. La historia nos recuerda que el abuso del poder puede llevar a consecuencias desastrosas, y la falta de oposición efectiva en México permite que esta realidad se instale.

    El pasado primero de junio, el bajo porcentaje de participación ciudadana – solo un 12% de los electores – fue una señal clara de que el pueblo está consciente de la falta de competencia real. Aquellos que decidieron no participar lo hicieron porque comprendieron que la elección pública se había convertido en una mera formalidad, un intento de legalizar un golpe a la Constitución y asaltar los tribunales del país. Este fraude institucional no ha pasado desapercibido; la población mexicana no es ingenua.

    Por otro lado, la fragilidad de Morena y sus estructuras de poder se hace evidente ante la ausencia de apoyo popular. ¿Dónde están los gobernadores, los presidentes municipales y la misma presidencia de la República que deberían respaldar a este partido? El silencio político de estos actores revela una descomposición interna que podría resultar fatal para la 4T.

    La crisis económica que se vislumbra para 2025 es otro factor que amenaza la estabilidad del régimen. La disminución del 20% en la inversión extranjera directa y en las remesas de mexicanos en el extranjero es un indicativo de que la economía no marcha bien. Se anticipan crecimientos negativos del PIB, y esto podría traducirse en un malestar social significativo. La tormenta económica y social que se aproxima podría tener efectos devastadores para la 4T, alimentando la resistencia y el descontento entre la población.

    En conclusión, la 4T parece no comprender que su tiempo de gracia se agota. La falta de apoyo y la creciente desconfianza del pueblo podrían precipitar un cambio en la correlación de fuerzas, llevando a un relevo político inevitable. El escenario que se configura es sombrío, pero también ofrece una oportunidad para la reactivación de una oposición que, aunque debilitada, aún tiene capacidad de respuesta. La historia está por escribirse, y el pueblo mexicano está atento a cómo se desarrollarán los acontecimientos. ya veremos.