El próximo mes de diciembre se cumplirán cuatro años desde que Rubén Rocha Moya se convirtió en candidato de MORENA y la coalición con el PAS, coalición política que lograría la mayor votación por un candidato a gobernador en la historia de Sinaloa, no solo cuantitativamente si no también en el empoderamiento que adquirió el gobernador electo y el movimiento que ha encabezado que llego con enormes expectativas de cambios y se han quedado en una mera comedia en buena parte y el resto como tragedia.
Fue apoteósico el triunfo en junio del 2021 sin sospechar el huevo de la serpiente que se había incubado, cuando los hechos fueron minusvalorados e ignorados en el peor de los casos, cuando afloraban alianzas políticas que perturbarían y degradaría el ejercicio de gobierno a partir de entonces.
Nadie pensó, que más allá de aquella coalición MORENA, PAS, PT, PVEM y PES, existía otra alianza política con el PRI, precisamente con el gobernador Quirino Ordaz, que hasta la fecha representa el estigma y el ancla más retrograda para el gobierno Rochista.
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Los avances que había alcanzado MORENA desde el 2018 y más aún, después del triunfo espectacular de AMLO para llegar a la presidencia del país, convirtiéndose Sinaloa precisamente como la entidad que más votos tuvo el presidente electo y de inmediato paso a ser la fuerza número uno en Sinaloa.
Del 2018 al 2021, los diputados de MORENA en el congreso de Sinaloa, con mayoría de diputados, encabezados por la diputada Graciela Domínguez Nava y en sus manos el poder legislativo, representaron de inmediato la caída del PRI y el bloqueo al gobernador Quirino Ordaz Coppel en su orgia de derroche y desorden financiero, que llevo entonces a MORENA a suspender la cuenta pública del 2017 y 2018, por múltiples irregularidades en los manejos del dinero público, que se constituían en verdaderos fraudes y presuntos delitos, la lucha contra la corrupción adquiría cuerpo y sentido.
Quirino Ordaz libro la batalla contra MORENA y el congreso del estado, trabando alianza con el gobierno federal que repercutió en derrotar a Graciela Domínguez y su grupo de diputados, enfrentando entonces la alianza que se construía para el arribo de Rubén Rocha al gobierno y el exilio dorado en España al ex gobernador Ordaz Coppel.
La batalla de MORENA hasta ahí llego su lucha contra la corrupción, la división de poderes, la autonomía de las instituciones, la prevalencia del estado de derecho, el uso institucional del poder, la pluralidad y la democracia, se mello y fue decayendo con el paso de los meses hasta convertirse en un remedo de lo que quiso ser.
Por eso el arribo del “Rochismo” al gobierno no solo fue una barredora electoral que arraso con la coalición de lo que quedaba del PRI, PAN y el PRD, sino que ya en el gobierno barrio también con el MORENISMO no alineado al Rochismo apoderándose de los gobiernos municipales de Culiacán, Mazatlán y al de Ahome lo alineo en los primeros escarceos.
La suma de poderes del gobierno Rochista era impresionante y todo apuntaba a un gobierno que efectivamente transformaría Sinaloa y nadie imagino nunca que sería un paso atrás, máxime que todos los aparatos de gobierno, administrativos, judiciales, legislativos, incluidos los organismos autónomos, obedecían incondicionalmente al gobernador.
Se había cooptado al gobierno desde Quirino Ordaz y sometido una facción del PAN que le obedecía incondicionalmente, subordinaron a la dirigencia del PAN, acosaron al resto de dirigentes del PRI y el PRD ya no tenía registro ni fuerza.
Con todo este poder el Rochismo parecía un gobierno de muchos éxitos y beneficios para Sinaloa, por ese enorme poder que había construido, pero no sucedió así, ¿Qué fue lo que paso?