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CAJA POLÍTICA| La UAS frente a los desafíos de la educación superior: continuidad, liderazgo y compromiso humanista.

Por Yamir de Jesús Valdez.-

Por décadas, la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS) ha sido un referente de educación superior pública en el noroeste del país. Su historia, profundamente entrelazada con los vaivenes sociales y políticos de la entidad, le ha otorgado un papel central como formadora de profesionales, promotora de la ciencia y bastión de pensamiento crítico. En ese contexto, la reciente presentación del equipo que acompañará al rector Jesús Madueña Molina para el periodo 2025-2029 es una declaración de rumbo, de continuidad y de visión frente a los retos que vive el sistema de educación superior en México.

Madueña Molina no rehúye y reconoce que el periodo rectoral que concluye fue particularmente difícil. Entre los estragos de la pandemia, la presión fiscal, los litigios jurídicos y los retos financieros, el liderazgo universitario fue puesto a prueba en múltiples frentes. Lo que emerge de ese periodo es una universidad resiliente, con capacidad de respuesta y, sobre todo, con un cuerpo directivo que —en palabras del propio rector— mostró lealtad al proyecto institucional y un profundo sentido de pertenencia.

Esa mística institucional no es menor. En una época donde la educación pública en México enfrenta presiones presupuestales, intentos de recentralización y discursos de deslegitimación, sostener el rumbo con autonomía, calidad y visión de futuro representa una proeza. El modelo humanista que la UAS ha abrazado, como lo reiteró el rector al presentar a su nuevo gabinete, busca colocar en el centro de su quehacer a la persona: al estudiante como sujeto de derechos, al docente como guía y al conocimiento como herramienta de transformación social.

La elección del equipo que acompañará a Madueña Molina en esta nueva etapa habla también de una apuesta por la continuidad, pero no por la repetición. Varios de los nuevos nombramientos, particularmente en áreas clave como la Secretaría General, la Secretaría de Administración y Finanzas, la Secretaría Académica Universitaria y la Dirección de Investigación y Posgrado, evidencian una apertura a perfiles con experiencia y compromiso. De las 29 personas anunciadas para ocupar cargos estratégicos, más de la mitad son mujeres, lo cual marca también un avance significativo en materia de equidad de género dentro de la estructura universitaria.

El panorama no es sencillo. La Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES) ha alertado que, pese al aumento en la cobertura, persisten grandes disparidades regionales, una insuficiente inversión por alumno y una demanda creciente de programas de posgrado de calidad. En su último informe, ANUIES indica que el gasto por estudiante en instituciones públicas de educación superior ha disminuido 6.4% en términos reales en la última década, lo que pone en entredicho la viabilidad financiera de muchas universidades si no se adoptan medidas estructurales.

Sinaloa, en particular, se encuentra en una coyuntura crítica. La creciente demanda de educación universitaria, el rezago en infraestructura en algunas zonas del estado y la necesidad de diversificar la oferta académica para responder a los desafíos de una economía en transformación digital y agroindustrial, exigen de las instituciones públicas no solo eficacia administrativa, sino visión y audacia. Es aquí donde el proyecto “Con Visión de Futuro 2029” cobra relevancia: más que un lema, es una hoja de ruta que ha buscado consolidar la calidad académica, fortalecer la vinculación social e internacional y, sobre todo, defender la autonomía universitaria como piedra angular del desarrollo regional.

Paulo Freire, uno de los grandes pensadores de la pedagogía crítica, sostenía que “la educación no cambia el mundo, cambia a las personas que van a cambiar el mundo”. Parafraseándolo desde el contexto sinaloense, podríamos decir que la educación universitaria no resolverá por sí sola los problemas de la entidad, pero sí puede formar a las y los sinaloenses que lo harán posible. Y para que eso ocurra, se requiere no solo de infraestructura o tecnología, sino de convicción, liderazgo y un compromiso ético profundo.

La comunidad universitaria —estudiantes, profesores, administrativos y egresados— tendrá en los próximos años el reto de consolidar lo avanzado y de resistir las embestidas externas que pretendan vulnerar su autonomía. La universidad no puede ni debe funcionar como apéndice de ningún poder, sea político, económico o religioso. Su función crítica, investigadora y socialmente comprometida depende precisamente de su capacidad para sostener principios y no solo administrar recursos.

En ese sentido, el llamado del rector Madueña Molina a trabajar bajo los valores del humanismo universitario no debe leerse como una consigna decorativa, sino como una guía de actuación frente a los dilemas éticos, sociales y científicos que vive México en su conjunto. El nuevo gabinete que lo acompaña tiene ahora la responsabilidad de traducir esa visión en políticas académicas efectivas, programas de bienestar significativos, acciones afirmativas de género, así como en el fortalecimiento de la investigación, la vinculación y la difusión cultural.

La Universidad Autónoma de Sinaloa inicia una nueva etapa en medio de enormes desafíos, pero también con fortalezas evidentes: liderazgo, cohesión, talento humano y claridad de proyecto. Frente a un entorno incierto, es tiempo de reafirmar que la educación superior no es un lujo, sino una necesidad estratégica. Y en Sinaloa, la UAS sigue siendo —más allá de coyunturas— una trinchera de conocimiento, autonomía y esperanza.