• noviembre 15, 2025 9:21 am

Caja Política

| El Conocimiento es poder.

Por Yamir de Jesús Valdez.-

Ayer 10 de noviembre, la Universidad Autónoma de Sinaloa entregó su máximo reconocimiento académico al doctor Luciano Concheiro Bórquez, quien recibió el Doctorado Honoris Causa de manos del rector Jesús Madueña Molina en sesión solemne del Consejo Universitario. La distinción no fue casual. Llega en un momento donde la defensa de la autonomía universitaria ha adquirido una nueva dimensión política en Sinaloa y donde el nombre de Concheiro se asocia, inevitablemente, con uno de los pocos puentes que lograron mantenerse en pie durante el conflicto entre la universidad y el gobierno estatal.

Luciano Concheiro ha sido, durante décadas, un férreo defensor de la autonomía universitaria. Su pensamiento se ha forjado desde la izquierda académica latinoamericana, en diálogo con las ideas de la educación popular y la crítica al autoritarismo institucional. Como subsecretario de Educación Superior en el gobierno federal, tuvo que actuar no solo como funcionario, sino como mediador entre la lógica política y la lógica universitaria. En los meses más tensos del enfrentamiento entre la UAS y el Gobierno del Estado, su presencia ayudó a mantener abierta la interlocución con la federación, en momentos en que el diálogo parecía imposible y las posturas se habían radicalizado.

El conflicto no fue menor. De un lado, la exigencia gubernamental de mayor transparencia en el manejo de los recursos públicos. Del otro, la defensa jurídica de una autonomía que la comunidad universitaria consideró amenazada. 

Entre ambos extremos, Concheiro representó la posibilidad de un punto medio. No se alineó ciegamente con ninguna de las partes, habló con ambas, escuchó, y trató de recordarles que la educación superior no puede ser rehén de las disputas políticas. Su intervención e influencia se notaron. 

El reconocimiento otorgado por la Universidad no es solo por su trayectoria académica, sino también por ese papel conciliador que permitió que el conflicto no escalara más allá de lo que ya había tensado a todo Sinaloa.

En la ceremonia de este lunes, el rector Madueña subrayó la coherencia entre la vida y el pensamiento de Concheiro. Y es cierto, a  lo largo de su carrera ha sostenido una visión clara de la universidad pública: una institución que debe ser crítica, libre, democrática y profundamente comprometida con su comunidad. Postura no solo es valiente, sino necesaria.

Luciano Concheiro encarna una paradoja interesante. Es un intelectual de pensamiento radical, pero también un funcionario dentro del sistema. No desconoce los límites del poder ni las reglas del Estado. Sin embargo, ha sabido utilizar su posición para defender la esencia de lo universitario. Su discurso no es el de la complacencia, sino el del equilibrio. Y en el México actual, ese equilibrio resulta incómodo para muchos. En un país acostumbrado a los extremos, a los “conmigo o contra mí”, su apuesta por el diálogo lo ha colocado en un lugar atípico, quizá por eso mismo más respetable.

El Doctorado Honoris Causa que le otorgó la Universidad Autónoma de Sinaloa debe leerse también como una reafirmación de identidad. La UAS no solo reconoce a un académico, sino a un aliado en los momentos difíciles. La comunidad universitaria, golpeada por la desconfianza política y judicial, encuentra en este acto una oportunidad de reivindicar su lugar en la sociedad sinaloense. En ese sentido, el reconocimiento no es únicamente para Concheiro, sino para la idea misma de universidad: libre, plural y comprometida con su pueblo.

Al finalizar su discurso en el H. Consejo Universitario Solemne, el doctor Concheiro exclamó con emoción: “¡Viva la Universidad de Sinaloa!”, y bien dicho, porque eso es la UAS, la universidad de las y los sinaloenses. La frase resonó con fuerza, no fue un grito institucional ni un eslogan vacío. Fue una declaración política y emocional, pronunciada desde el corazón de alguien que entiende que la universidad no se defiende solo con leyes, sino con convicciones. Su mensaje recordó que la autonomía no es un privilegio, sino una responsabilidad que implica pensamiento crítico, autogobierno y compromiso social.

En estos tiempos de desconfianza y polarización, cuando las instituciones parecen perder su sentido público, la defensa de la autonomía universitaria se vuelve un acto de resistencia. La educación superior necesita voces que no teman decir que sin libertad académica no hay futuro, y que sin autonomía no hay conocimiento, sino obediencia. Por eso, más allá del protocolo y las fotos oficiales, lo ocurrido ayer en la Universidad Autónoma de Sinaloa tiene un valor que trasciende lo simbólico, pues reafirma la idea de que la universidad sigue viva, porque sigue siendo de su gente.

Y como dijo el propio Concheiro, con la convicción de quien sabe lo que significa esa frase: “Viva la Universidad de Sinaloa”.