Por Pepe Reyes Guizar.-
La renuncia de Jesús Adriel Mayorquín López como Director de Obras Públicas en Escuinapa, apenas semanas después de haber asumido el cargo, es otra señal inequívoca del caos administrativo que reina en el gobierno municipal encabezado por Víctor Díaz Simental. Con esta dimisión, suman ya tres directores de la misma área que han abandonado el barco en apenas ocho meses, y si sumamos las salidas de tesoreros, oficiales mayores y secretarios particulares, el panorama es todavía más preocupante.
Es evidente que Escuinapa carece de rumbo y de liderazgo. No es normal, ni aceptable, que una administración municipal sufra tal nivel de deserción entre sus funcionarios de primer nivel. Algo grave ocurre dentro del Ayuntamiento, y la salida constante de cuadros clave demuestra que existe una profunda descomposición interna. Cuando en cualquier organización hay una fuga masiva de personal, la pregunta obligada no es por qué se van, sino qué los está obligando a salir.
La ciudadanía ya no puede ni debe seguir pagando los costos de una gestión errática, inestable y cada vez más desconectada de la realidad. Si el presidente municipal no puede o no quiere ejercer el liderazgo que su cargo exige, entonces le corresponde al gobernador Rubén Rocha Moya intervenir. No es posible que el sur de Sinaloa se mantenga a la deriva simplemente porque en Escuinapa nadie quiere quedarse a bordo.
A estas alturas, ya no es exagerado preguntarnos si el alcalde Díaz Simental sigue teniendo la capacidad emocional, política y administrativa para gobernar. Porque si el propio gabinete le da la espalda, algo está muy mal en el fondo. Escuinapa merece respuestas, pero sobre todo merece orden, estabilidad y gobernabilidad. Y eso, gobernador Rocha Moya, ya es asunto suyo también.