Por: José Luis López Duarte
Ayer escribimos datos inexactos que nos han sido aclarados y en mínima justicia publicamos, por lo que agradecemos al ex gobernador Juan S. Millan por sus comentarios.
“Buen día estimado José Luis con el afecto de más de 40 años me permito escribirte unas precisiones a tu columna de hoy lunes 5 de mayo. A los pocos días del triunfo electoral de Vicente Fox nos reunimos en una cena en un rancho de MacAllen Texas tres gobernadores: Enrique Martínez y Martínez, Ricardo Monreal y yo. No estuvo presente Tomás Yarrington. Comentamos el cambio en favor del PAN y lo que podría significar para los gobiernos del PRD y el PRI. Decidimos unirnos en una solo grupo. Yo propuse que corriéramos la atención de invitar a los gobernadores del PAN y se acordó convocáramos a una reunión en Mazatlán. Asistieron 24 gobernadores de los tres partidos ese fue el origen de la CONAGO. Fox condicionó su asistencia a que acordáramos apoyar su propuesta de 15% al IVA. no aceptamos.”
La situación hídrica de Sinaloa se agrava día a día, y con la llegada del calor, los temores de la población se incrementan de manera alarmante. Mientras estados como Sonora, Chihuahua y Nuevo León enfrentan sus propias batallas por el recurso vital, aquí en Sinaloa la crisis es particularmente severa. El hecho de que el gobernador Rubén Rocha haya solicitado una declaratoria de emergencia hace ya dos semanas habla de la urgencia del problema, pero todavía no hemos visto respuesta por parte de las autoridades federales.
Como ciudadanos de un estado que se enfrenta a la escasez de agua, debemos reflexionar sobre el impacto devastador que esto tiene no solo en la vida cotidiana, sino también en el sector agrícola y ganadero. Los productores, quienes son la columna vertebral de nuestra economía local, están en la cuerda floja. La falta de agua para riego apunta hacia una inminente quiebra, poniendo en riesgo la alimentación y el sustento de muchas familias. Sin embargo, este no es solo un problema hídrico; se entrelaza con un contexto de violencia e inseguridad que ha paralizado a la capital y sumido a la sociedad en un clima de miedo.
Es alarmante lo que está sucediendo. Ver al “Capi” Rivera, presidente municipal de Angostura, pidiendo extraer agua de los canales con bombas y mangueras es un síntoma claro de la desesperación. Las autoridades responsables del manejo del agua no pueden continuar dando la espalda a esta crisis. La falta de acción se traduce en un desamparo que podría llevar a que el sufrimiento colectivo se intensifique. Es necesario que la administración estatal y municipal actúen en conjunto para definir las áreas más críticas afectadas por la sequía y, lo que es aún más importante, establecer medidas de protección para el agua que queda.
Pero, ¿Por qué limitarse a un diagnóstico? La situación demanda una respuesta activa. La minería también juega un papel crucial en esta ecuación: la operación de empresas como “McEwen Mining Inc.” en la zona de Mocorito está agotando los mantos freáticos con su extracción desmedida de agua. Esta práctica no solo afecta la disponibilidad de agua para consumo humano, sino que también provoca daños irreparables al entorno, evidenciado por la muerte de árboles centenarios en las riberas de los arroyos.
Frente a esta realidad, es crucial que el gobierno de Sinaloa tome la iniciativa no solo en el ámbito técnico, sino también en el social. La creación de un comité social y gubernamental que trabaje en coordinación es fundamental para desarrollar un plan de emergencia. Aunque la respuesta federal tarde, no podemos permanecer inactivos. La formación de este comité podría facilitar la implementación de medidas concretas que prioricen la atención a las regiones más vulnerables, aquellas que ya enfrentan la sequía con una resiliencia asombrosa, pero que están al borde del colapso.
Sinaloa no debe caer en la trampa de la apatía ni dejarse vencer por la frustración. La situación demanda un compromiso genuino por parte de todos los niveles de gobierno y la sociedad civil. Es hora de que nuestras autoridades se responsabilicen y nos ofrezcan respuestas efectivas. No podemos esperar más; cada día cuenta en esta lucha por preservar lo que queda de nuestros acuíferos y garantizar el derecho al agua para el consumo humano.
La crisis hídrica en Sinaloa es un llamado de atención que no podemos permitir que se silencie. Debemos actuar antes de que sea demasiado tarde.