Por Ismael Camacho Burgos.-
Hace unos días estuve en un espacio en el que brindan servicios de salud, en Culiacán; llegué al mediodía, con pocas esperanzas de ser atendido de manera rápida, cuando menos, me darían cita para alguna fecha de los próximos 2 meses, esa era mi idea.
Las sorpresas se fueron sumando de manera más que agradable. En la recepción, en lugar de las caras oscas, enfadadas, cansadas, molestas, desesperadas por terminar el turno, deseosas de que nadie más llegue, a punto de salir a un descanso programado o a platicar en otro cubículo; me recibieron 2 trabajadoras muy amables, interesadas en ayudar, mejor que en Dinamarca.
Después de muy pocas preguntas, sin el rosario de cuestionamientos que es común, como buscando una razón o un pretexto para alargar la agonía; me preguntaron si deseaba ser consultado por la mañana o regresar en la tarde.
Mi intención era que sucediera por la mañana, mínimamente, según yo, en alguna oportunidad tempranera del próximo mes; contesté de acuerdo a mis intenciones y, considerando que aún estaba el turno matutino, la siguiente pregunta fue aun más sorprendente: ¿Quiere que lo consulten de una vez?
Claro que acepté la propuesta.
Fuera de la costumbre en esos centros de salud, me recibió una doctora con ropa completa de hospital. Como lo que usan los médicos de las series de Netflix.
El lugar de trabajo estaba limpio; la ropa impecable, cubrebocas y guantes. Me pasaron a una silla en buenas condiciones, sin roturas y la inclinaron sin ningún problema.
En la revisión, la doctora me indicó la necesidad de una radiografía. No me dieron una hoja, que tenía que firmar algún coordinador, para hacer una cita de rayos x para uno o 2 meses después.
En ese momento me hizo la radiografía, la interpretaron y me dieron el diagnóstico. Como o mejor que en Dinamarca.
A causa de todo lo anterior, necesité otra cita, para una cirugía. Pensé en el viacrucis que eso significaría. Que me hicieran estudios, con todo lo que eso conlleva en tiempo y espera; que me tramitaran un pase a especialidades y que hubiera espacio disponible este año o no muy lejos del 2026.
Pero como ya le digo, mejor que en Dinamarca, la cita fue para 9 días después.
¿En dónde sucedió todo esto? En la clínica de odontología de la UAS en Ciudad Universitaria Culiacán.
Sí, de la UAS. La misma Universidad Autónoma de Sinaloa que estuvo en riesgo, la que fue atacada, ninguneada, traicionada.
La que ahora inicia una nueva etapa, con una nueva administración, en un nuevo periodo rectoral, con el Dr. Jesús Madueña al frente, en segunda oportunidad.
Habiendo sostenido su calidad, su pertinencia, su nivel académico, deportivo, de investigación y la promoción del arte y la cultura.
Con los servicios que brindan los estudiantes y sus asesores a una gran cantidad de comunidades a través del servicio social y las prácticas profesionales. Dentro y fuera de sus instalaciones.
Con ánimo renovado, la Universidad tiene la posibilidad de seguir demostrando que ser grande es ser UAS. Eso creo yo.