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Se fue el eterno candidato, López Obrador concluye su sexenio

Mario Kato.-

Veinte minutos antes de las seis de la tarde, a bordo de una suburban blanca y escoltado por la ayudantía de presidencia, Andrés Manuel López Obrador abandonó Palacio Nacional.

Su destino es su antiguo departamento en la delegación Tlalpan, ahí estará unas semanas antes de partir a La Chingada, el rancho familiar que heredó en Palenque, Chiapas.

La mañana de este lunes 30 de septiembre encabezó su última mañanera, en medio de lágrimas de sus colaboradores cercanos y comunicadores en su mayoría afines, AMLO hizo un esfuerzo para no unirse al derramamiento de lágrimas.

No es un lunes cualquiera, es el final de un ciclo político que comenzó en el año 2000, cuándo un tabasqueño apenas conocido tomó las riendas de la capital del país, con miras a la presidencia.

López Obrador supo aprovechar la estafeta de Jefe de Gobierno para posicionarse a nivel nacional, montó un drama de enemistad con el pintoresco entonces presidente de la república, Vicente Fox.

Desde su gestión como alcalde del entonces Distrito Federal comenzó a regalar dinero a los adultos mayores, y su gran proyecto en obra pública fue la remodelación del Centro Histórico de la mano del magnate Carlos Slim.

Fox no toleró la popularidad de AMLO, quien durante los seis años lo retó política y mediaticamente, así que intentó desaforarlo para truncar su posible postulación presidencial, ERROR.

En un pueblo que adora los mártires, Andrés Manuel se convirtió en el nuevo ídolo de las masas.

AMLO perdió su primera elección presidencial por un margen de menos un punto porcentual, según la historia oficial, pero él se encargó de que la Vox Populi sentenciara que fue víctima de un fraude electoral.

Se declaró presidente legítimo y comenzó a recorrer el país de 2006 a 2012.

Para el relevo presidencial siguiente aún era visto cómo un mal perdedor, tanto que tuvo que someterse a una encuesta con su sucesor en la Jefatura de Gobierno, Marcelo Ebrard.

López Obrador mandó a tercer lugar a la candidata del Partido en el poder, la panista Josefina Vázquez Mota, pero no le alcanzaron sus 15 millones de votos para superar a la máquina priísta que logró regresar al poder con Enrique Peña Nieto.

Otra vez gritó fraude, y algo de razón tenía con el escandalozo gasto y compra de votos del PRI, pero decidió tomar medidas radicales para tener control total de su capital político y dejar de negociar con los partidos que tenían 12 años cobijandolo, PRD, PT y Convergencia.

En 2014 creó Morena, su partido del que hoy es amo y señor, del cual fue presidente unos meses y el cual hoy su hijo, Andrés Manuel López Beltrán controla desde la Secretaría de Organización para la que fue “electo” el pasado 22 de septiembre.

Volvió a recorrer el país, pero la corrupción descarada del Peñanietismo y el pésimo manejó de la seguridad, posicionaron a AMLO como la principal voz de la oposición de 2012 a 2015, y como el presidenciable más fuerte de 2016 en adelante.

Llegó el 2018, todas las encuestas lo ponían ganador, había esperanza en muchos que estábamos hartos del PRI y el PAN, pero también había escepticismo ante una élite política dispuesta a todo por conservar el poder.

AMLO arrasó, el tsunami le llamaron después al hecho de que no sólo ganó la presidencia con 30 millones de votos, sino que puso a Morena como la primera fuerza política en el país.

Por fin, el gran líder de la izquierda emanado del pueblo bueno asumiría el poder…

En diciembre de 2018 hasta hoy 30 de septiembre de 2024, López Obrador siguió recorriendo el país, y día tras día desde La Mañanera, siguió en eterna campaña.

Los otros datos suavizaban las deficiencias e incongruencias de su administración, se atacó a los periodistas críticos y criticones, y siempre, siempre se marcó la agenda nacional.

Debates viscerales y simplones para perder el foco de temas sensibles, la polarización del discurso para inhibir la reflexión colectiva, Andrés Manuel ya no luchaba por llegar al poder como lo hizo 18 años, los últimos 6 luchó para mantenerlo y lo logró.

Su partido es una primera fuerza hegemónica, impuso a su sucesora, y se llevó 35 millones de votos en su última elección en la que volvió a ser protagonista aún sin estar en la boleta.

López Obrador y su gobierno han transformado a México, para bien y para mal.

Hoy por fin se va el eterno candidato, pero sin duda continuará el animal político, luchando muchos más años por conservar el poder.

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