Por Gregorio García Vázquez.-
Ayer, en la Universidad Autónoma de Sinaloa, se vivió una escena digna de un buen drama. Regresando al pasado, hace un par de años, los mismos que hoy aplauden como si estuvieran en un concierto de banda, eran aquellos que se ponían de pie, con ese brillo en los ojos que solo los tontos pueden tener, en la toma de protesta del doctor Jesús Madueña.
¿Se acuerdan de Feliciano Castro? Ese personaje que en su afán de llamar la atención, arriesgó la vida de los trabajadores del congreso morenista con su falsa consulta. ¡Déjenme decirles que hay que tener mucha cara para hacer eso! Su discurso, más que una propuesta, parecía una amenaza velada para quienes se atrevieran a cuestionar su autoridad.
Y cómo olvidar a Imelda Félix, la secretaria de educación, que con su estilo rudo y poco diplomático, se dedicó a despotricar contra la misma universidad que hoy intenta salvar. Su discurso fue una mezcla de palabras duras y críticas que, en lugar de construir, solo buscaban dividir. No se podía esperar menos de alguien que ha jugado en las sombras de la política, escupiendo veneno más que soluciones.
Por supuesto, no podemos dejar de lado a Ambrosio Chávez, ese diputado que se ganó una fama de ser duro y grosero contra la universidad y su rector. Este cuate no se guardó nada en sus ataques, y sus palabras eran un recordatorio constante de que la UAS estaba en la mira de quienes querían controlarla. Recordemos aquellos enfrentamientos donde arremetió con todo lo que tenía, buscando desestabilizar a la universidad y dejar claro quién mandaba en el congreso.
Y hablando de confrontaciones, no podemos olvidar a Ricardo Madrid, hoy diputado federal del Verde Ecologista, pero que en su tiempo fue presidente de la mesa directiva y no se andaba con rodeos. Sus críticas eran constantes y su papel en los enfrentamientos con el congreso y el gobierno fue fundamental. Cada intervención suya era un recordatorio de que la UAS estaba bajo un ataque político que buscaba debilitar su autonomía.
Tere Guerra, con su tono de madre regañona, advertía que las aguas debían cambiar, porque ya no se podía soportar a esa bola de sinvergüenzas que antes criticaban la gestión. Pero, ¿qué es lo que realmente está pasando? Los mismos que gritaban “corruptos” en su momento, hoy se ven en primera fila, aplaudiendo con una sonrisa que no les cabe en la cara. La UAS, que alguna vez fue un campo de batalla por la autonomía, se enfrenta a un nuevo reto con Jesús Madueña al mando. Este hombre tiene la responsabilidad de sacar a la universidad adelante en los próximos cuatro años, y vaya que es un reto de grandes dimensiones.
Es irónico, y hasta un poco triste, ver cómo aquellos que antes atacaban con saña, hoy se convierten en los más grandes defensores del sistema que tanto criticaron. La vida tiene sus vueltas, y como siempre hemos dicho, el día que permitamos que el congreso meta las manos en nuestras pocas autonomías, estamos fritos. El hecho de que hoy haya una calma tensa en la universidad no significa que todo esté bien. La historia nos ha enseñado que las apariencias engañan, y los aplausos pueden convertirse en silbidos en un abrir y cerrar de ojos.
Que le sirva de lección a todos. La suerte para el rector no es solo una cuestión de deseo; necesita una estrategia clara y un compromiso real con la comunidad universitaria. Que vengan tiempos mejores, porque esta universidad, a pesar de todo, es una de las mejores de México. Pero no podemos permitir que nos la roben por la hipocresía de unos cuantos, ni que se convierta en un mero escenario para políticos en busca de un aplauso fácil.
La UAS merece más que eso. ¡A darle, que la lucha apenas comienza!
Todo esto, según yo, el Goyo310… fuga. Arrancamos la semana con ganas de verles la cara a varios cabrones que escupieron para arriba. Jajaa.