Por Gregorio García Vázquez.-
La Universidad Autónoma de Sinaloa está en plena metamorfosis, y no, no me refiero a algo poético o profundo. Ayer comenzó un nuevo periodo que se extenderá hasta el 2029, y yo, como buen sinaloense con un taco en la mano, no puedo evitar reírme ante el espectáculo que se avecina. El circo político está en su mejor momento, y nosotros, los espectadores, estamos aquí para disfrutar de la función.
Recientemente, me fui a la Casa de Los Loaiza a disfrutar de un buen taco, un lugar donde la vida se siente más auténtica. Mientras saboreaba cada bocado, vi a un gran amigo a mi derecha: Sergio Mario Arredondo. Un hombre al que respeto y aprecio, aunque a veces me pregunto si se ha metido demasiado en el teatro del absurdo que es la política. Le pregunté si se iba a ir al Isstesin, y él, con esa calma que lo caracteriza, me respondió que “otras cosas vendrán”. Ah, la política, ese juego donde las sorpresas nunca faltan y donde lo que hoy es blanco, mañana puede ser negro.
Ahora, resulta que el mismo Sergio Mario, que antes criticaba a la UAS con una vehemencia digna de aplauso, ha sido nombrado en la Secretaría Académica. ¡Qué ironía! Este es el mismo hombre que señalaba con el dedo a quienes estaban en la dirección, apuntando errores y fraudes como si estuviera en un juicio. Y ahora, se sienta en la misma mesa que aquellos a los que antes cuestionaba. Es como si un boxeador, después de recibir un buen golpe, decidiera unirse a su oponente para planear la próxima pelea. ¿Qué pasó con la crítica feroz? ¿La olvidamos en el camino hacia el poder?
La política es un juego curioso, donde a veces hay que comer sapos y sonreír. Pero no me malinterpreten, no estoy peleando con la UAS. Al contrario, creo que es un lugar fundamental para la educación y el desarrollo de nuestra comunidad. La UAS es un baluarte de conocimiento, y todos queremos que funcione de la mejor manera posible. Lo que me sorprende es cómo las cosas pueden cambiar tan rápido: de ser un crítico feroz a ser parte del mismo equipo. Es un fenómeno digno de estudio, y quizás deberíamos llamarlo “la metamorfosis del político”.
Sergio Mario, querido amigo, ahora te enfrentas a un nuevo capítulo. Espero que traigas contigo ese espíritu crítico que tanto necesitamos, porque en este nuevo rol no solo se trata de ocupar un puesto, sino de hacer una diferencia. Es fácil criticar desde la tribuna, pero ahora tendrás la oportunidad de estar en la arena. Te deseo suerte, porque no será pan comido. Te espera una lluvia de madrazos que ni te imaginas. Y si son merecidos o no, eso ya no es mi problema. Cada quien tiene su propio juego y sus propias cartas.
Es fundamental recordar que la política no es solo un juego de palabras; es un compromiso con la comunidad. La UAS necesita líderes que no solo se adapten, sino que también desafíen el status quo cuando sea necesario. La educación no debe ser un mero trámite; debe ser un viaje que inspire a las futuras generaciones. Así que, Sergio Mario, espero que uses tu voz para hacer eco de las necesidades de los estudiantes y del personal, y que no te dejes llevar por las corrientes que a veces pueden ser tan engañosas.
En este circo político, nunca se sabe cuándo uno se puede dar un balazo en el pie. Así que cuida lo que dices y lo que haces. La política puede ser un juego sucio, y a veces, el precio de la ambición puede ser muy alto. Recuerda que, aunque ahora compartas escenario con aquellos a los que antes cuestionabas, siempre habrá quienes te miren con escepticismo. La lección aquí es que, a veces, la verdad puede ser incómoda, y en este medio, la comodidad no es una opción.
Así que, mientras observamos este nuevo capítulo en la UAS, celebremos la oportunidad de crecer y cambiar. No olvides nunca que, al final del día, todos somos parte de esta comunidad. Y, por favor, nunca faltes a la cita con un buen taco en la mano, porque eso siempre hace más amena la función. ¡Que comience el espectáculo!
Bueno, todo esto según yo, el Goyo310 … y sí, señores, en la casa de los Loaiza se disfruta mejor la grilla, sobre todo si va bien acompañado de un buen hígado ranchero, una tortilla con asiento, y claro, un rico café. ¡Fugaaaaa!