Por Gregorio García Vázquez.-
Cuando llegó Movimiento Ciudadano a Sinaloa, la raza decía que por fin habría un partido fresco, diferente, con chance de darle aire nuevo a la política local. Un proyecto que no cargaba con la historia del PRI ni con las derrotas del PAN, mucho menos con el desgaste de Morena. Vaya, se pensaba que el naranja venía a revolucionar el juego.
Incluso había quien se aventaba a decir que en el 2027 podían ser protagonistas. Que había terreno fértil para un movimiento distinto, con discurso fresco, con liderazgos nuevos. Que podían ser la opción para esa parte del electorado que ya no traga entero, que está cansada de las mismas caras de siempre.
Pero lo que tenemos hoy es otra historia. MC se ha convertido en un partido atrapado en sus propios pleitos internos, donde los liderazgos no se disputan ideas ni proyectos, sino la simple posesión de la silla. Y ahí están, como pleito de vecinos: Sergio Torres por un lado y Sergio “El Pio” Esquer por el otro, ambos peleando por la corona naranja. Uno con la experiencia y las tablas, el otro con la bandera de la renovación. Pero al final, los dos reflejando más de lo mismo: ambición por el mando, cero rumbo para el partido.
La militancia, mientras tanto, está hecha bolas. Unos con Torres, otros con Esquer, y la gran mayoría mirando desde la banqueta, como quien ve una pelea en la esquina: con morbo, pero sin ganas de meterse. El problema es que mientras los Sergios se dan hasta con la cubeta, MC se va desgastando, perdiendo la poca credibilidad que tenía como opción.
Y aquí es donde viene lo importante: el 2027 no perdona. Esa será la elección donde Sinaloa definirá rumbos, y MC debería estar preparándose desde ya para ser una alternativa seria frente a Morena. Pero la pregunta es: ¿lo quieren de verdad?
Porque ojo, compas: todavía hay tiempo de enderezar el barco. El naranja puede, si se lo propone, convertirse en opción real para el 2027. Puede dejar de lado los pleitos internos, ordenar la casa, abrirse a liderazgos frescos de verdad y salir a hablar de lo que le duele a Sinaloa: el campo, la pesca, la inseguridad, el abandono de los jóvenes. Sí, se puede.
Pero la otra opción —la que huele más cercana viendo cómo andan— es que MC prefiera seguir jugando el mismo jueguito de los últimos años: apostarle a las migajas. Y digo migajas porque hoy las famosas plurinominales no son otra cosa: pedacitos de poder repartidos para mantener contentos a los que mueren de hambre política. Los partidos chicos ya se acostumbraron a ese menú: no ganan nada grande, pero siempre hay un hueso de consolación. Y esa, compas, es la gran tentación para MC: conformarse con un par de curules, con un regidor aquí, un diputado pluri allá, y decir que “ahí la llevan”.
La decisión está en sus manos: ¿quieren ser protagonistas en el 2027 o seguir siendo los comparsas del show? ¿Quieren encabezar un proyecto real en Sinaloa o van a contentarse con las sobras que les den los demás?
Porque una cosa es clara: en Sinaloa la gente no premia la mediocridad. Y si MC se conforma con migajas, el electorado lo va a ver como otro partido chiquito, de esos que nomás existen para adornar la boleta.
Así que ahí está la disyuntiva: o se ponen serios, ordenan la casa y hacen política de verdad, o el 2027 los va a exhibir como lo que hasta hoy han sido: un movimiento de confusión.
Todo esto, según yo, El Goyo310.
¡Fugaaaaaaaaaa!