Por: José Luis López Duarte
Conozco bien al diputado Sergio Torres y reconozco su trayectoria en la política. En mi opinión, ha sido uno de los mejores presidentes municipales de Culiacán del siglo XXI, junto a figuras como Jesús Vizcarra Calderón y Aarón Rivas Loaiza. Por lo tanto, me resulta desconcertante su insistente ataque hacia el rector de la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS), Jesús Madueña Molina, quien se ha consolidado como uno de los líderes más sobresalientes del estado tras superar una tormenta política que amenazó la autonomía universitaria, misma que hoy se mantiene incólume y fortalecida.
El próximo 8 de junio, Jesús Madueña rendirá su último informe y asumirá un nuevo periodo al frente de la UAS, institución centenaria que le ha refrendado su apoyo con una aprobación abrumadora: 9 de cada 10 universitarios votaron por él, totalizando más de 107,000 sufragios bajo un método de voto directo, universal y secreto. Este respaldo masivo no exonera al rector de la crítica; al contrario, lo hace más susceptible a señalamientos y exigencias. Sin embargo, esto no justifica que se le cuestione y desacredite sin fundamentos y únicamente con el afán de denostarlo.
Lamentablemente, así suena el discurso del diputado Torres al descalificar la reelección de Madueña y, de manera inexplicable, estigmatizar la contraloría social de la UAS, parte de la cual forma él mismo. Calificarla como una “farsa” no solo resta credibilidad a sus afirmaciones, sino que plantea una pregunta: si considera que es un organismo inútil, ¿por qué es parte de él?
Su retórica en contra de la elección interna para el nuevo periodo de Jesus Madueña también resulta problemática, pues la califica de amañada y, por ende, deduce que su victoria es fruto de un fraude. Su argumentación parece estar diseñada para perpetuar un status quo que no beneficia a la comunidad universitaria.
Vale la pena recordar que Jesús Madueña lideró la defensa de la autonomía universitaria en una lucha que no se había visto desde la histórica batalla de 1981 contra el gobierno de Toledo Porro, encabezada por el rector Jorge Medina Viedas. Enfrentó infinidad de ataques, diez demandas judiciales, e incluso un buen número de amenazas contra su equipo de trabajo. Durante casi dos años, Madueña mantuvo una defensa inquebrantable que unió a todos los sectores de la UAS, mostrando así su capacidad de liderazgo ante adversidades que parecían insuperables.
Si estos logros políticos de Jesús Madueña no se reconocen, las conclusiones del diputado Sergio Torres se verán inevitablemente distorsionadas. Madueña ha conquistado un liderazgo y un reconocimiento que pocos pueden ostentar de manera legítima. La incapacidad de otros para comprender estos hechos tan evidentes es desconcertante. Desestimar esta realidad no es más que construir un relato que justifique críticas infundadas, un ejercicio que solo busca el escándalo y el ruido en lugar de aportar soluciones constructivas.
No logro entender por qué un político inteligente y práctico como Sergio Torres se embarca en un camino que a veces puede parecer desenfrenado y carente de fundamento. En fin, la política debe estar al servicio de la verdad y el reconocimiento del mérito, no de la difamación. La comunidad universitaria, y Sinaloa en general, merecen un debate informado y respetuoso donde se ponderen las aportaciones de sus líderes y no se aterrice en un juego de sombras.