Sinaloa, México – 19 de abril de 2025.- En el corazón de Sinaloa, mientras el resto del mundo conmemora la Semana Santa, las comunidades indígenas Yoreme despliegan un mosaico de rituales ancestrales que fusionan la fe católica con sus profundas raíces culturales. Municipios como El Fuerte (Mochicauhi), Ahome (San Miguel Zapotitlán) y Culiacán (San Francisco de Tacuichamona) se convierten en epicentros de una celebración única, atrayendo a miles de personas que buscan ser testigos de esta invaluable expresión de patrimonio inmaterial.
Bajo el firme apoyo del gobierno de Sinaloa, encabezado por Rubén Rocha Moya, estas comunidades mantienen vivas tradiciones centenarias. El respaldo se traduce en programas de preservación de la lengua materna, la conservación de sus costumbres y, significativamente, en la certeza jurídica de sus tierras, con la histórica escrituración para miles de familias indígenas en municipios como Choix y El Fuerte. Este compromiso también se refleja en la educación, con la consolidada Universidad Indígena Autónoma de México (UAIM) en Los Mochis y la reciente promesa de una extensión en Villa Juárez, Navolato.
Durante la Semana Santa, los 28 centros ceremoniales distribuidos principalmente en seis municipios del estado vibran con la pasión de Cristo, interpretada a través de la cosmovisión Yoreme. Oraciones, vestimentas tradicionales, cantos y danzas ancestrales, ejecutadas descalzos y adornados con collares, máscaras y tenábaris, son el alma de estas conmemoraciones. Las ofrendas, que inician desde el Miércoles de Ceniza y se extienden hasta el Domingo de Ramos, marcan un ciclo de 40 días de profunda devoción, culminando en los rituales del Jueves y Viernes Santo, el Sábado de Gloria y el Domingo de Resurrección.
En San Francisco de Tacuichamona, un Pueblo Señorial cercano a Culiacán, la tradición se remonta a 1624, entrelazando ritos religiosos con las expresiones autóctonas de sus ancestros. Las leyendas que envuelven el lugar y los petroglifos grabados en los montes y las piedras del río San Lorenzo añaden un profundo interés turístico e histórico, revelando la antigüedad y el alto nivel cultural de quienes habitaron estas tierras. Incluso en la gastronomía local persisten vestigios de ese legado, con guisos ancestrales a base de pescado seco, lentejas y quelites.
La Semana Santa indígena de Sinaloa no es solo una manifestación religiosa; es un testimonio vivo de la riqueza cultural Yoreme, un patrimonio inmaterial que merece ser reconocido y valorado a nivel mundial por su singularidad y profundidad histórica.