30 días dio Estados Unidos para retomar la amenaza de los aranceles al gobierno de México y aunque parecen insignificantes, son una oportunidad para hacer algo inédito, de tal profundidad, que represente un giro radical de la 4T y el gobierno de la república en su línea política, como el diseño de un plan estratégico para insertarse en la reforma que implicaría si así fuera, un nuevo T-MEC en el 2026.
es obvio que se tendrá que desarrollar un plan conjunto para organizar y controlar la migración, porque esta no dejara de existir, incluso, si sigue la expansión de la economía norteamericana, requerirá una mano de obra que la que ahora ocupa y provoca los flujos migratorios, pero se trata de evitar que sea desordenada y peor que no lo regule el crimen organizado, sino que sean los gobiernos de origen, de tránsito y de destino.
También existe un problema grave en ambas naciones: el narcotráfico. Cuando después del fin de la guerra de Corea, termino el cultivo y comercio prácticamente legal de la amapola (goma de opio) y la marihuana, iniciando en ese momento también, la campaña nacional en México en contra del cultivo, tráfico y consumo de drogas, dando origen así al crimen organizado en México a escala internacional. La heroína se convirtió con su consumo en un problema de salud pública y solo la emergencia de la cocaína proveniente de Sudamérica evito que el consumo de heroína provocara una escalada de muertes, como ahora ocurre con el fentanilo.
El consumo de drogas no es el problema porque prácticamente las adicciones son inherentes a la naturaleza humana y a lo sumo lo que se puede hacer, es regular su producción y controlar el consumo, el mercado no dejara de existir, por lo que el enfoque de este tema binacional hasta ahora debiera ser hacerse cargo los gobiernos de él y ejercer ese control. Nadie más puede hacerle con esa lógica.
Y si se trata de las armas, tiene la misma lógica. Su producción es para la defensa del orden y los países, y por eso debe ser asuntos de los gobiernos, quienes regulen y controlen, las armas no pueden ir al libre mercado y menos con los niveles de desarrollo tecnológico que ya cursa la humanidad.
Y el tema que me parece de mayor magnitud, trascendencia e impacto, es el de convertir si o si, en América del norte en una zona de libre comercio a plenitud.
Con el TLC ya se logró que Canadá, Estados Unidos y México, sea la zona de mayor presencia comercial en el mundo, cuando el 30 por ciento de todo el comercio mundial se lleva a cabo aquí, en Norteamérica.
Eso ya es un éxito formidable del TLC y estos tres países, donde no deberá existir ni la más mínima expresión de nacionalismos proteccionistas, como el de Trump y la 4T, por el contrario, la lógica del modelo nacional seria seguir los pasos de la unión europea, tanto en su integración económica como comercial, política y de políticas de estado comunes, el hecho de tener una sola moneda, un solo parlamento y un mecanismo de defensa común, ya es otro mundo.
Por eso cuando se habla de suspender las importaciones de México desde China, no debiera verse como un problema, sino como una gran oportunidad para buscar como lograr sustituir esas importaciones que representa 80 mil millones de dólares al año.
Eso significa que es igual a lo que le ocurre a Estados Unidos con Taiwán, cuando importa de aquel país buena parte de los microchips que ocupa toda la industria estadounidense, cuando debiera fabricarlas el propio Estados Unidos.
Así como Estados Unidos requiere sustituir esas importaciones desde Taiwán, también México debe asumir que necesitan sustituir las importaciones que hace desde China.
Que China produce más barato que México, por supuesto, que Taiwán produce más barato que los Estados Unidos, claro que sí, pero de eso se trata la competencia, el problema de México y EUA es como lo pueden resolver juntos y que tienen que hacer.
Por eso creo que aquí esta una gran clave para establecer una base de cooperación y desarrollo mutuo, donde las dos naciones ganen y para eso se ocupa terminar un ciclo cargado de complejos y prejuicios históricos. El pasado no se puede cambiar, pero si es posible escribir historias distintas.
Es lógico que Estados Unidos se proteja como también debe hacerlo México, pero todo país que pretenda eso, puede ser a expensas de otros. Nadie puede pedir que hagan lo que no está dispuesto a hacer.
Es cierto que México es un país distinto a lo que fue hace 177 años, antes de firmar el tratado de “Guadalupe Hidalgo” en 1948, pero es factible conquistar los mercados.