Por Juan Vega Torres.-
Coodinador del MODEM zona Centro
Desde el inicio de la llamada “Cuarta Transformación”, el rescate de Petróleos Mexicanos (Pemex) se ha erigido como un pilar central de la política energética del país.
Tras años de políticas que, según lo expuesto por la presidenta Claudia Sheinbaum, llevaron al desmantelamiento de la empresa, los gobiernos de Andrés Manuel López Obrador y ahora el de la propia Sheinbaum han tomado un camino diametralmente opuesto.
Andrés Manuel López Obrador inició esta labor de saneamiento. Su administración se centró en un desendeudamiento real de Pemex, revirtiendo la tendencia de crecimiento de la deuda que se había duplicado en los sexenios anteriores. A la par, se impulsó el aumento de la producción y, crucialmente, la recuperación de la capacidad de refinación, junto con la reactivación de la producción de fertilizantes.
Fue un esfuerzo notable por devolver a Pemex su papel protagónico en el desarrollo nacional.
Ahora, la presidenta Sheinbaum retoma la estafeta con un paso decisivo: la publicación de las ocho leyes secundarias para la recuperación vertical de Pemex y la CFE.
Esta medida busca revertir de manera definitiva el proceso de privatización y asegurar que ambas empresas sigan siendo patrimonio del Estado y del pueblo de México. Es un claro mensaje de continuidad y de compromiso con la soberanía energética.
Sin embargo, en este camino de rescate y transformación, hay un elemento que no debe quedar en el olvido: la justicia. La presidenta Sheinbaum señaló con nombres y apellidos a quienes, en su opinión, dilapidaron los recursos de la nación y endeudaron a Pemex. Habló de los miles de millones de dólares que se esfumaron durante las administraciones de Vicente Fox y Felipe Calderón, y del crecimiento de la deuda en sus gobiernos y el de Enrique Peña Nieto.
Mencionó incluso escándalos de corrupción como Odebrecht y los “moches” ligados a la reforma de 2013.
Ante tales señalamientos, y con el argumento de un saqueo que afectó a la principal empresa del país, surge una pregunta que los gobiernos de la “Cuarta Transformación” no han logrado responder de manera contundente: ¿Dónde está la rendición de cuentas? A pesar de la contundencia de las acusaciones, no se ha llevado a juicio a los expresidentes por estos hechos. El rescate de Pemex es un acto loable, pero queda incompleto si no se persiguen las responsabilidades de quienes supuestamente lo llevaron al borde del colapso.
El pueblo de México no solo merece un Pemex fuerte y productivo, sino también una justicia que llegue hasta las más altas esferas del poder. El rescate de nuestra soberanía energética es un gran paso, pero la deuda de llevar a los responsables ante la ley sigue siendo una asignatura pendiente.