Por: Ismael Checa Landeros
Hace unos días, leyendo comentarios en un grupo de WhatsApp, donde aquellos adolescentes que conocí ahora interactúan rememorando sus historias y entrelazándolas con su presente, me llamó la atención un mensaje de uno de ellos. Platicaba cómo nos ven a los sinaloenses en el exterior y cómo nos identifican con acciones en las cuales la gran mayoría NO estamos involucrados. Me dio mucha tristeza y solo alcancé a decir tímidamente: “En Culiacán hacemos mucho más cosas… producimos y convivimos sanamente.” Hasta aquí el comentario.
Ayer, en una reunión con un grupo de amigos ya listos para convivir, uno de ellos dijo: “¿Y ahora de qué hablaremos? Jajajajajaja, ¿de la violencia, de las balaceras casi todos los días?”. Yo les comenté: “¿Y por qué no hablamos de las cosas buenas que nosotros estamos haciendo día a día?”. Por ejemplo, les dije: “Tú, Mario, tienes negocios en familia y día a día los atiendes, das las vueltas y platicas con los empleados. Tú, Pepe, tienes un taller y varios nietos con quienes convives y te dan felicidad con sus ocurrencias”. Y así, uno a uno, fui mencionándoles las cosas que nos hacen sentir útiles, que disfrutamos en familia. Hasta aquí lo de la convivencia.
Hoy me llega una invitación general, tan especial, donde un grupo de personas en Culiacán se está organizando y haciendo un llamado a sumarnos para que juntos hagamos el bien y apoyemos a los emprendedores. Muchas cosas extraordinariamente hermosas están pasando. ¿Por qué precisamente tenemos que ver lo negativo? Y no es que no lo veamos o lo ignoremos, solo que hay que procurar, en lo posible, ser más positivos. Hay que convivir y sumarnos a construir ese Culiacán al que aspiramos.
Tenemos la opción de ser negativos y esperar que los demás traigan la solución a los problemas que tenemos como sociedad o la de involucrarnos a construir juntos la sociedad que aspiramos para que vivan nuestros hijos, nietos y nosotros mismos.
P.D. Nos vemos en la próxima entrega.