Por Jesús Alfonso Durán
Había que ganar uno. No por las estadísticas ni por la tabla, sino por el orgullo. Y los Tomateros de Culiacán lo entendieron así: con garra, con resistencia y con ese toque de dramatismo que suele acompañar a los equipos con historia.
En un juego que parecía escrito para el suspenso, los guindas se levantaron de nuevo —esta vez con marcador de 5-4 sobre el Tucson Baseball Team— para evitar la barrida y cerrar la serie con un mensaje claro: todavía hay vida, y hay equipo.
Desde temprano, Culiacán marcó territorio. Un sencillo de Luis Verdugo llevó al plato a Joey Meneses, y poco después, con las bases llenas, Poncho Ruíz negoció pasaporte para traer la segunda “de caballito”. Era un arranque prometedor, pero la ventaja se desvaneció con los batazos oportunos del ex guinda Alexis Wilson, quien se encargó de ponerle drama al juego con dos cuadrangulares que mantuvieron a Tucson con respiración artificial hasta el final.
El encuentro tuvo de todo: errores costosos, batazos oportunos y relevos de alto voltaje.
Luis Cessa abrió con control y temple, y después vino una cadena de brazos que aguantaron la presión hasta que llegó el cierre: Joe Barlow se llevó la victoria y Anthony Gose, con su acostumbrado aplomo, selló su quinto salvamento de la campaña.
Pero lo mejor estaba reservado para la novena entrada. Con el marcador 3-4 a favor de Tucson y a tres outs de barrer a tomateros, Ichiro Cano que abrió la apertura de la novena con hit aprovechó un tiro errático en toque de sacrificio de Poncho Ruiz para igualar la pizarra, y entonces apareció el veterano de mil batallas: Ramón “La Pulpa” Ríos, quien con un doblete escribió el final feliz, empujando la carrera de la voltereta en los spikes de Brady Whalen que había entrado a correr con Ruiz.
El estadio respiró diferente. Era más que un triunfo: era una bocanada de confianza.
No fue el juego más limpio, ni el más dominante, pero sí el más necesario. En noches así, los Tomateros recuperan ese espíritu que los ha distinguido por décadas: el de no rendirse ni cuando la serie parece perdida.
Y es que, en el béisbol —como en la vida— hay victorias que pesan más por el carácter que por la pizarra.
Los guindas regresarán ahora a su casa, el Estadio Tomateros, donde a partir de este martes 11 de noviembre recibirán a los Charros de Jalisco en una serie que promete emociones. Si este cierre ante Tucson fue un aviso, Culiacán está listo para volver a encender su propio diamante.