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| El Conocimiento es poder.

MEXICANOS EXPERTOS, El pueblo elevado

PorRedacción

Dic 16, 2024

Toda persona que tenga la impresión de que cualquier cosa que haya pasado por sus manos o su garganta no es basura, no tiene derecho al voto.

JORGE IBARGÜENGOITIA

Una de las cualidades que tenemos los mexicanos es que nos podemos convertir en expertos en lo que sea. Lo más sorprendente de todo es que adquirimos conocimientos a priori, y de vez en cuando a posteriori.

El otro día mi hermano y un amigo suyo decidieron darle servicio a un aire acondicionado y ahorrarse la paga del técnico en refrigeración, no sabían nada sobre el funcionamiento interno de esos aparatos y a pesar de que mi madre y yo les dijimos que llamaran a un especialista ellos se negaron. “No tiene ciencia”, dijeron. En la tarde el aire estaba en su lugar y ellos con la ropa húmeda y llena de mugre. Al encenderlo aventó aire, pero nunca refrescó. Cuando mamá llamó al técnico el hombre nos informó que mi hermano y su amigo habían quemado el capacitor y costaría setecientos pesos arreglarlo.

Una vez alguien me dijo: “Dale a un mexicano unas pinzas y treinta metros de alambre y te construirá un avión”. Estoy de acuerdo en que somos ingeniosos, pero no todólogos. Quizá el mexicano logrará construir el avión, pero dudo que pueda alzar el vuelo. No es que no nos tenga fe, pero pues es costumbre nuestra opinar de todo y a veces hasta actuar sin argumentos sólidos y, claro, defenderlos hasta la muerte. Hacemos cosas como decirle a un abogado que debería poder sacar de la cárcel al hombre atrapado con armamento de uso exclusivo del ejército, que la Constitución lo permite. Ordenarle al carpintero que haga un mueble eterno con  MDF, que sí se puede, que lo viste en un tutorial de YouTube e, incluso, rematar con la típica frase que usaron mi hermano y su amigo al meterle mano al aire acondicionado: “No tiene ciencia”.

Quizá lo que pasa es que somos el pueblo más adelantado del mundo y por eso nadie nos tiene confianza. ¿Quién se la tendría a alguien que, aparentemente, lo sabe todo? Las ancianas saben más que los doctores, los adolescentes que sus padres, y el problema no es que creamos tener todas las respuestas, sino que queremos que todos nos escuchen y hagan las cosas a nuestra manera.

En una ocasión se me apagó el carro cuando llevaba a un amigo por el suyo al taller. Él decía que la pila no servía.

—Pero la compré hace un mes —respondí con los brazos cruzados.

 —Pues te vieron la cara —reviró con actitud patriarcal.

Golpeé los postes, moví los fusibles y mi amigo desde lejos:

—A lo mejor es el carburador, se te apagó de una, seguro es eso. A ver, pégale con estas pinzas.

 —¿Y dónde está el carburador?

 —Es eso que está al lado del ánfora.

Así estuvimos por media hora hasta que el carro encendió.  

—¿Viste como sí era lo que yo te dije? —mi amigo sonreía con la vista al frente y el pecho hinchado.

—Pues nomás moví los fusibles y encendió. Era eso —respondí.

Llegamos al taller y el mecánico nos contradijo: El problema estaba en el motor de arranque. Se había descompuesto y si el carro encendió fue porque le quedaba poca energía a la pila. Mi amigo es director de teatro y yo soy abogado. A penas y le sé revisar el aceite al carro y estoy seguro de que él igual, pero como buenos mexicanos, le dijimos al mecánico que era eso, que desde el principio lo notamos y si no lo pudimos arreglar fue solamente porque no llevábamos las herramientas.

El mecánico asintió y se puso a trabajar. Mientras lo hacía se me ocurrió decir algo sobre la Presidenta de la Suprema Corte de Justicia porque me apareció una nota en Facebook. El mecánico se apuró a opinar. Dijo que ella era una ignorante, que qué sabía de justicia. Luego nos dio una cátedra de por qué la Reforma Judicial era lo mejor que le podía pasar a nuestro país. Según su opinión, la gente hacía mucho alboroto con eso de la carrera judicial, pues no se ocupaba tanta experiencia para impartir justicia. Al preguntarle por qué pensaba eso sonrió y remató con la frase que mi hermano y su amigo usaron antes de inhabilitar el aire acondicionado:

—Pues porque no tiene ciencia.

—Si usted lo dice.

Me senté en una banca y decidí no seguir con la plática. No es que crea que está mal opinar, a fin de cuentas, es parte de un sistema democrático, ¿no? Pero me preocupa un poco que un veterinario quiera instalar la luz eléctrica en mi casa, o que alguien con carrera trunca en ingeniería esté legislando en el Congreso un nuevo Código Nacional de Procedimientos Penales o la nueva Ley de Amparo. Aunque, bueno, al menos este mexicano elevado estaba de lleno en su oficio, pero… ¿y los que no? Seguro están opinando en algún foro de cobertura nacional o a punto de fregarse algo mucho más importante que un aire acondicionado.

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